por: Claudia Taboada
...la difusa frontera que separa a la civilización de la barbarie, del vértigo de perder los estribos y del innegable placer de perder el control.
Damián Szifrón
Director del filme “Relatos Salvajes”
A Eloy lo conozco de la Facu de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, un tipo inteligente con carajo y jodedor a más no poder: lo mismo escribiendo palabras super “random” en el famoso juego de los papelitos que ordenándolas todas para escribir la prosa más exquisita de las letras contemporáneas. Así es con su fotografía: de alguna manera lee algo en los espacios y en la gente que aún no alcanzamos a ver; de repente no estamos mirando más una imagen cuando se trata de su trabajo. Lo convierte en texto, en relato. Aquello que reposa en su instantánea tunde la idea del descanso y activa un flashback de una historia perdida. La obra de Eloy no deja de recordarme la película “Relatos Salvajes” que de tener segunda parte, la obra de Costa tendría que ser la séptima historia. Y quise conversar un poco, porque las experiencias artísticas se completan conociendo un poco más a quienes posan ante su obra para ser “retratados” por ellas mismas.
Coméntanos un poco sobre tu background profesional, pues si bien difiere técnicamente de la fotografía, no ha estado muy lejos de favorecerte. ¿Podría decirse que hay una relación entre la literatura y la forma en que narras tus obras?
Así es. Creo que ya es inevitable que regrese siempre a la literatura para cualquier tipo de indagación estética que realice. Aunque ya conocía la fotografía antes de llegar a la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, sólo me había aproximado a ella de forma muy ingenua e intuitiva. Era como saber hablar, sin tener qué decir. Fue mi formación en el camino de las artes y las letras la que le dio sustancia a mi fascinación por la fotografía y la creación en general.
Al final la fotografía en su definición primera viene siendo algo así como “escritura de luz”, así que siempre la he entendido en relación con el hecho literario, con la escritura. En otras palabras, trato de escribir en forma de imagen fija, y trato de leer en imágenes. Soy fotógrafo en la medida en que soy lector.
¿Cómo surgió tu interés por la creación?
No sé bien cómo, ni cuándo. Pero fue en algún momento de mi infancia. Me habrá iniciado el postre de mi abuela, o el beso de mis padres. Tuve una infancia feliz. Ese es el origen de todo lo bueno que te pasa en la vida. Seguramente fue en mi niñez que empezó todo. Pero la intención se adquiere luego.
Principales fuentes de inspiración, influencias artísticas más cercanas.
Están por todas partes. Van desde la cultura popular, el arte, la literatura y la música, hasta el subgénero más específico de fotografía documental que pueda recordar la Sontag. Soy fácil. Me nutro lo mismo de la música popular que de la tradición fotográfica misma. Es difícil ponerlo en palabras sin que suene vury-fancy, pero sería como buscar alimento en lo que tiene alma. Ahora bien, en concreto, me inspiran Dostoievski, Borges, Neruda, Sebastiao Salgado, Cristina García Rodero, Basho, me inspira Melville con su “Call me Ishmael.” y su apología al mar, o Tarantino con su genio literario. Tengo una lista larga y variada de cosas con alma.
¿Cómo surgen las primeras series?
Creo que cuando estás interesado en el arte, en la creación en su sentido amplio, existe la rara oportunidad del hecho aislado. Hay muy poco chance para el stand-alone. Casi siempre nos inclinamos hacia la indagación y la profundización en el hecho artístico, y de ahí sale la creación seriada. Una serie es un discurso completo, mientras que la imagen aislada es una palabra. Las dos formas son válidas y bellas.
Por eso, las primeras series nacen siempre de una indagación más profunda. Tratas de completar una idea. Como cuando trabajaba en mi serie Seen in Miami. Ahora bien, recuerdo que no sabía que era una serie hasta no haber encontrado al menos varias palabras para esa narrativa mayor. Creo que pasa naturalmente, es parte del proceso creativo.
Lia es tu personaje recurrente. ¿Qué representa en tu mundo profesional?
Lia es mi serie más compleja, el discurso que une los otros discursos. Si todo lo que he hecho hasta ahora en la fotografía fuera un libro, Lia sería el índice. Si fuera agua, Lia el recipiente.
Mejor experiencia en exhibiciones...
Mi primera exhibición en Miami, curada por Jorge Toledo, llevada a conclusión por su proyecto Eko Art Gallery, agenciada por medio de Gaby Azcuy, expuesta en ABRA Gallery. Recuerdo que era un intruso en esa muestra. Era como perder la virginidad con Belladonna.
¿Buscas los escenarios o ellos te encuentran?
Soy poco disciplinado. Pero tengo suerte. No me he agenciado ningún escenario hasta hoy, pero he tenido la confianza de gente que lo ha hecho por mí. A todos los cuento entre mis amigos y les agradezco porque sé que no es fácil hacer por otros. Disfruto la fotografía y la creación casi que por accidente.
¿Qué te define como artista? Tus principios en el arte…
Si hay algo definitorio en lo que hago, espero que sea la curiosidad. Un estado de ánimo muy específico, que sólo pudiera ser descrito por alguna palabra en japonés antiguo, o alemán moderno. Algo así como "la apetencia por la experimentación y la curiosidad espontáneas por el todo, en tanto reconoces su imposibilidad". Eso.
Reconocimientos
Un premio de minicuentos en La Habana, el cual, en un giro absurdo tipo Cándido o el optimismo, me valió la llave de la ciudad de Sancti Spíritus, y varias experiencias surrealistas con escritores olvidados de la UNEAC. Una exposición en el History Miami Museum, como finalista del Miami Street Photography Festival. La vez que me tropecé con un seguidor de casualidad, un perfecto desconocido, en la calle, y me dijo que admiraba mucho mi trabajo. Gracias, Alfredo E. Sanchez!
Proyectos futuros
Tengo muchas notas. Ideas que guardo y espero concretar pronto. Algunas tienen que ver con re-escrituras de la historia. Otras suponen esfuerzos del tipo "Magnum Photos", pero soy optimista.